11.29.2007

Srta ejecutiva. (Depto. de bajas)

Si ya agendaste nuestros besos.
Traspapelaste el tema de nuestro cariño.
Cuando tengas la fecha de nuestro fin
no me mandes un memorándum
solo escribe ese adiós.

11.04.2007

Un funeral (de cuerpo presente... y leyendo)

Lía murió siendo aun una niña, nadie recuerda su edad y a decir verdad el impacto de su muerte no permitía a los anfitriones pensar en los números que representaban su paso por la vida. En lo que si pensaban era en las cosas que el futuro deparaba para la pequeña si la muerte no hubiera sido tan abrupta y necia de intervenir en el momento en que Lía apenas aprendía a decir el ángel de la guarda. Fue injusto.
Si no creen que fue injusto porque la naturaleza de la vida es la muerte, es porque no estuvieron ahí, donde se lograba ver los ojos cerrados de Lia. Uno se acercaba a ella y al mirarla los sentido dibujaban lo que ella se iba a evitar, ella no tendría la oportunidad de ver a papá y de sentir ese amor de él hacia ella, era obvio que tampoco se viera teniendo esas experiencias de abandono en sus primeros días de escuela cuando papá y mamá la llevaran a educarse.

La edad avanzaba muy rápido porque en la imaginación no hay una línea lógica de tiempo. Digo de ser niña ya se le puede ver siendo una mujercita, y nunca sentirá ese primer beso, ese amor en el estomago y la emoción de conocer a alguien que le guste, se ahorraría ese primer amor, nunca sabría como es ese primer dolor de la traición y de infidelidad.
Por amor a Dios, también se salvaría de algún día pensar en quitarse la vida ella misma por un pleito con mamá o papá. Solo el cielo sabe que hubiera pasado si lograba suicidarse.
Pero que tal hubiera convertido en adicta a alguna droga o al alcohol. La promiscuidad vendría con los excesos, a lo mejor un embrazo no deseado, una mala fama en aquel lugar donde creció.
Al verla pálida uno ya evita en pensar en más tragedias de ella si hubiera llegado a esa edad, entonces por esa identificación con los niños por ser indefensos se le revindica, Lia ahora es una mujer rehabilitada, llena de malas decisiones en su pasado y eso hace la diferencia entre Lía y las demás mujeres, entre las demás esposas y madres. Ella puede amar más que enjuiciar a otro ser humano. Sabe que el amor es amar a alguien imperfecto y querer ser mejor por esa persona a quien ama. No pensaría nunca en hacer de la vida de su hija un eco de los defectos de su pasado. Seria esa mujer tan imperfecta que uno desearía amar eternamente, compartir historias y envejecer a su lado, en silencio.
Y esta es la verdadera naturaleza de la vida, que ella no podrá vivir nada, ni una experiencia, ni trágica por malas decisiones, ni maravillosas por conocer el valor del amor después de tanto dolor. Aquí es donde lo obvio se hace reflexivo, no podrá nada porque esta muerta. Murió siendo una niña. Nada diferente a quien vive hasta el día de hoy, pero murió siendo tan pequeño negándose así disfrutar de la experiencia de vivir. Libre.
Hoy enterramos a Lía.
Lloramos, no porque murió, sino por todo lo que no pudo vivir.